Es normal que después de tu primer día en el gimnasio te sientas como si te hubieran pegado una paliza. Sin embargo, con unas pautas generales y sencillas podemos evitar la aparición de dolores musculares y lesiones:
1.
No obsesionarse. Es importante hacer ejercicio de manera controlada y sin excesos.
2.
Calentar. Para preparar al cuerpo antes de realizar la actividad física. Una serie de sencillos ejercicios durante 15 ó 20 minutos que estiren los músculos y calienten las articulaciones son suficientes.
3.
Hacer ejercicio gradualmente. No pretender hacer en un día lo que no se ha hecho en meses, y aumentar progresivamente de intensidad y duración.
4.
Dosificar. Ir al gimnasio un máximo de 2 ó 3 veces por semana. Si no somos deportistas, someter al cuerpo a sesiones maratonianas puede ser perjudicial.
5.
Seguir los consejos de un preparador físico. No lanzarnos sin saber qué ejercicios se adecúan mejor a nuestra anatomía, la manera correcta de realizarlos y el tiempo que debemos dedicarles.
6.
Seguir unas tablas. Es mejor hacer poco ejercicio pero de calidad con unas tablas adecuadas a las necesidades de cada uno y que ejerciten los músculos de forma controlada.
7.
Conocer el cuerpo, nuestras debilidades y posibilidades. Tienen que tenerse en cuenta la edad, el estado de salud, la forma física… y tener claro cuándo decir basta para ahorrar problemas.
8.
Hacer estiramientos. Al acabar el ejercicio y durante 15 o 20 minutos. Evita las sobrecargas.
9.
Seguir una alimentación equilibrada. Hidratos de carbono, proteínas, vitaminas y minerales no deben faltar en ninguna dieta porque ayudan a relajar y recuperar los músculos.
10.
Tener siempre a mano un analgésico. Es importante acudir al especialista si tenemos cualquier molestia.