¿Todos debemos calentar lo mismo antes de hacer deporte?
No, el calentamiento debe ser individualizado, ya que cada persona es diferente y lo que para uno es suficiente para otro puede no llegar. Existen factores que influyen, como pueden ser los siguientes:
La edad: los niños y jóvenes necesitan menos calentamiento, con la edad las articulaciones y músculos precisan más tiempo para adaptarse al esfuerzo.
El deporte que realicemos: es diferente calentar para un deporte aeróbico como la carrera que para uno más intenso y anaeróbico como hacer pesas.
El grado de preparación de cada uno: una persona poco entrenada se fatiga fácilmente por lo que debe calentar con menor intensidad que cuando está en forma.
La hora del día: normalmente por las mañanas el cuerpo necesita más tiempo para adaptarse al esfuerzo que en otras horas del día.
La temperatura ambiente también es importante, cuando hace frío se necesita más tiempo de calentamiento.
Un vicio postural muy común en el gimnasio
Doblar el hombro hacia dentro para propulsarnos en algunos ejercicios puede acabar por producirnos dolores, lesiones e incluso el desplazamiento del manguito rotador hacia delante. Es un vicio postural muy habitual.
Para corregirlo, debemos evitar cargas muy grandes y tenemos que ser capaces de aislar al máximo los músculos trabajados. Para ello intentaremos mantener un eje en el que el tronco esté colocado recto y los hombros paralelos.
Para corregirlo, debemos evitar cargas muy grandes y tenemos que ser capaces de aislar al máximo los músculos trabajados. Para ello intentaremos mantener un eje en el que el tronco esté colocado recto y los hombros paralelos.
Consejos para evitar lesiones si acabas de empezar en el gimnasio
Es normal que después de tu primer día en el gimnasio te sientas como si te hubieran pegado una paliza. Sin embargo, con unas pautas generales y sencillas podemos evitar la aparición de dolores musculares y lesiones:
1. No obsesionarse. Es importante hacer ejercicio de manera controlada y sin excesos.
2. Calentar. Para preparar al cuerpo antes de realizar la actividad física. Una serie de sencillos ejercicios durante 15 ó 20 minutos que estiren los músculos y calienten las articulaciones son suficientes.
3. Hacer ejercicio gradualmente. No pretender hacer en un día lo que no se ha hecho en meses, y aumentar progresivamente de intensidad y duración.
4. Dosificar. Ir al gimnasio un máximo de 2 ó 3 veces por semana. Si no somos deportistas, someter al cuerpo a sesiones maratonianas puede ser perjudicial.
5. Seguir los consejos de un preparador físico. No lanzarnos sin saber qué ejercicios se adecúan mejor a nuestra anatomía, la manera correcta de realizarlos y el tiempo que debemos dedicarles.
6. Seguir unas tablas. Es mejor hacer poco ejercicio pero de calidad con unas tablas adecuadas a las necesidades de cada uno y que ejerciten los músculos de forma controlada.
7. Conocer el cuerpo, nuestras debilidades y posibilidades. Tienen que tenerse en cuenta la edad, el estado de salud, la forma física… y tener claro cuándo decir basta para ahorrar problemas.
8. Hacer estiramientos. Al acabar el ejercicio y durante 15 o 20 minutos. Evita las sobrecargas.
9. Seguir una alimentación equilibrada. Hidratos de carbono, proteínas, vitaminas y minerales no deben faltar en ninguna dieta porque ayudan a relajar y recuperar los músculos.
10. Tener siempre a mano un analgésico. Es importante acudir al especialista si tenemos cualquier molestia.
1. No obsesionarse. Es importante hacer ejercicio de manera controlada y sin excesos.
2. Calentar. Para preparar al cuerpo antes de realizar la actividad física. Una serie de sencillos ejercicios durante 15 ó 20 minutos que estiren los músculos y calienten las articulaciones son suficientes.
3. Hacer ejercicio gradualmente. No pretender hacer en un día lo que no se ha hecho en meses, y aumentar progresivamente de intensidad y duración.
4. Dosificar. Ir al gimnasio un máximo de 2 ó 3 veces por semana. Si no somos deportistas, someter al cuerpo a sesiones maratonianas puede ser perjudicial.
5. Seguir los consejos de un preparador físico. No lanzarnos sin saber qué ejercicios se adecúan mejor a nuestra anatomía, la manera correcta de realizarlos y el tiempo que debemos dedicarles.
6. Seguir unas tablas. Es mejor hacer poco ejercicio pero de calidad con unas tablas adecuadas a las necesidades de cada uno y que ejerciten los músculos de forma controlada.
7. Conocer el cuerpo, nuestras debilidades y posibilidades. Tienen que tenerse en cuenta la edad, el estado de salud, la forma física… y tener claro cuándo decir basta para ahorrar problemas.
8. Hacer estiramientos. Al acabar el ejercicio y durante 15 o 20 minutos. Evita las sobrecargas.
9. Seguir una alimentación equilibrada. Hidratos de carbono, proteínas, vitaminas y minerales no deben faltar en ninguna dieta porque ayudan a relajar y recuperar los músculos.
10. Tener siempre a mano un analgésico. Es importante acudir al especialista si tenemos cualquier molestia.
¿Daña las articulaciones el entrenamiento de fuerza?
El entrenamiento de fuerza no daña las articulaciones. Cuando se realiza de una manera adecuada y segura, el entrenamiento de fuerza mejora la resistencia de los ligamentos que mantienen unidas las estructuras articulares, lo que las hace más estables y menos propensas a padecer lesiones.
¿Entrenar la fuerza debilita la flexibilidad?
El entrenamiento de fuerza no hará que los músculos se vuelvan más rígidos, deteriorándose la flexibilidad general. Al aumentar la masa muscular el sujeto no se vuelve más rígido. Con los métodos modernos de entrenamiento de las pesas, cuando se llevan a cabo correctamente, mejoran la flexibilidad, siempre que el músculo sea ejercitado a través de sus rangos de movimientos completos.
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