Aunque en algunas personas la actividad física despierta el apetito, si comes con inteligencia: las calorías gastadas con el ejercicio serán menores que las incorporadas con la comida.
La
cena después del entrenamiento debe ser una comida ligera pero que aporte todos los nutrientes y energía necesaria. Lo ideal es una
ensalada completa, donde las verduras y hortalizas aporten las vitaminas y minerales y donde no falten los
hidratos de carbono y las proteínas.
Como proteinas, podemos incorporar pescado como el salmón, carne como la pechuga de pollo o huevo cocido. Como
hidratos , podemos añadir arroz hervido a la ensalada o tomarnos a parte una patata cocida. No aliñar demasiado.
Si el entrenamiento nos ha desgastado mucho podemos añadir
frutos secos para aumentar las calorías y antioxidantes, como las nueces.
Podemos acabar la cena con un
yogur, algo de cereales y fruta.