Así, las semillas de girasol aportan proteína, ácidos grasos esenciales, vitaminas y minerales en cantidades equilibradas. Favorecen el desarrollo muscular ya que contienen tiamina (vitamina del complejo B) que ayuda a la obtención y distribución de energía en nuestro organsmo, evitando el cansancio, la debilidad muscular y la perdida de memoria.
Las semillas de linaza, por su parte, ayudan a la vitalidad y a la energía, y a la regeneración de la musculatura. Además, generan una sensación de calma después de su consumo lo que ayuda al estrés.
Estos dos tipos de semillas también reducen el riesgo de sufrir infartos, diferentes tipos de problemas cardiovasculares y circulatorios, dada la calidad de sus ácidos grasos.