Me crujen las rodillas al hacer ejercicio, ¿a qué se debe?

Si cuando flexionas las rodillas suelen crujirte, pero no experimentas ningún dolor o hinchazón, es completamente normal.
En ocasiones, implican pequeñas pérdidas de adherencia momentánea de las superficies articulares y no necesitan tratamiento alguno.

No voy al gimnasio porque no quiero volverme musculosa

Actualmente, la mayoría de las mujeres se encuentran bastante bien en un gimnasio. Ellas han crecido en medio de la ola del ejercicio y de estar en forma, y consideran un buen y sudoroso ejercicio parte de su rutina como lo es la ducha en la mañana. Por lo tanto, ir al gimnasio y ser femenina no son posturas opuestas.

A menos que tenga pensado en dedicarse al culturismo,  no se preocupe por volverse musculosa. Fisiológicamente, las mujeres simplemente no están hechas para acumular músculo como los hombres. “Va a ganar un poco de músculo, pero no va a lucir como Arnold Schwarzenegger. Cuando mucho le hará verse más curvilínea.

estoy totalmente fuera de forma. ¿Y si la gente se ríe de mí o se me queda mirando?”

Lo más difícil al empezar un programa de entrenamiento es cruzar la puerta de un club deportivo o pisar la calle para empezar a correr. Pero tenga claro que el personal del gimnasio nunca se reiría de usted. A ellos les gusta verle frecuentar el lugar y tener la oportunidad de poder ayudarle.
Por otro lado, hacer ejercicio con otras personas es una gran ayuda.
Quítate esos pensamientos y esos miedos infundados  y acuérdate que nadie nace sabiéndolo todo o siendo el mejor en algo, nadie nació con músculos ni cuerpos atléticos. Que no te importe lo que diga la gente, deja de pensar en los demás y empieza a pensar en lo que es bueno para ti.

La actividad física a partir de los 65 años

A partir de los 65 años, la inactividad está relacionada directamente con la perdida de funciones intelectuales, pero también influye en la disminución de las capacidades físicas aeróbicas, del corazón y del aparato locomotor.

La mayoría de ancianos viven por debajo del mínimo o en el limite de sus capacidades físicas, ya que durante el envejecimiento se produce una disminución de la tolerancia al ejercicio, debido a una reducción de la capacidad física aeróbica máxima y de las cualidades físicas básicas en el aparato locomotor (músculos, aparato circulatorio, respiratorio, o el sistema nervioso relacionado con la coordinación, la potencia, resistencia, etc.)


Debemos potenciar los ejercicios más adecuados para la tercera edad, entre los que destacamos el trabajo aeróbico, como caminar o pasear en bicicleta; las actividades físicas cotidianas, y el movimiento general en el tiempo libre.

El organismo es más delicado e inestable que el de un adulto, por lo que debemos mantener la actividad física diariamente, entre 15 y 60 minutos, y con una intensidad baja y ligera.


Si realizamos ejercicio físico sin conocimientos de fisiología y educación física entre otros, nos exponemos a los diferentes riesgos del ejercicio físico, que son muy variados, y entre los que podemos destacar lesiones ósteo-musculares, alteración de la función endocrina, deshidratación, sobrecargas, incidentes cardiovasculares, y otros problemas serios; e incluso la muerte súbita.


Los programas de actividades y ejercicios físicos deben estar controladas y planificadas por personas cualificadas, o a través de manuales y otras fuentes de información. En caso de que un especialista en actividades físicas supervise nuestro plan de ejercicios, podrá detectar una respuesta negativa del cuerpo ante el esfuerzo, así como un sobreentrenamiento, una mala adaptación o cualquier problema, e incluso prever una posible lesión o enfermedad provocada por el esfuerzo físico antes de que ocurra.

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