La mayoría de ancianos viven por debajo del mínimo o en el limite de sus capacidades físicas, ya que durante el envejecimiento se produce una disminución de la tolerancia al ejercicio, debido a una reducción de la capacidad física aeróbica máxima y de las cualidades físicas básicas en el aparato locomotor (músculos, aparato circulatorio, respiratorio, o el sistema nervioso relacionado con la coordinación, la potencia, resistencia, etc.)
Debemos potenciar los ejercicios más adecuados para la tercera edad, entre los que destacamos el trabajo aeróbico, como caminar o pasear en bicicleta; las actividades físicas cotidianas, y el movimiento general en el tiempo libre.
El organismo es más delicado e inestable que el de un adulto, por lo que debemos mantener la actividad física diariamente, entre 15 y 60 minutos, y con una intensidad baja y ligera.
Si realizamos ejercicio físico sin conocimientos de fisiología y educación física entre otros, nos exponemos a los diferentes riesgos del ejercicio físico, que son muy variados, y entre los que podemos destacar lesiones ósteo-musculares, alteración de la función endocrina, deshidratación, sobrecargas, incidentes cardiovasculares, y otros problemas serios; e incluso la muerte súbita.
Los programas de actividades y ejercicios físicos deben estar controladas y planificadas por personas cualificadas, o a través de manuales y otras fuentes de información. En caso de que un especialista en actividades físicas supervise nuestro plan de ejercicios, podrá detectar una respuesta negativa del cuerpo ante el esfuerzo, así como un sobreentrenamiento, una mala adaptación o cualquier problema, e incluso prever una posible lesión o enfermedad provocada por el esfuerzo físico antes de que ocurra.
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